Paraliza mi piel como paralizas el tiempo,
Cuando ambos giramos,
todo es silencio.
Vasos vacíos, miradas de humo,
Cortejo de aves,
Te bailo, me esfumo.
A media noche, Pupilas dilatadas,
Inyección de vida aferrada a tu espalda,
Me pierdo, soy hielo, parasito de fuego
Infusión de saliva y sudor,
Ropas al suelo, caen sin pudor.
Llueven lucecitas, conexiones infinitas
Mis hormonas se alteran
¿Te vas? o ¿te quedas?
La oscuridad nos domina
bajo una luna dormida,
Nos susurra quejidos,
A gusto, exhalo y te respiro.
La espalda me quiebras
Sobre peldaños de acero
Me desbocas un beso,
Rugido, sincero.
Me desprendes de mí, de toda moral
Tu torso es caldera
Y yo huracán.
jeudi 16 octobre 2014
mardi 14 octobre 2014
Marmotas
Siéntete a mi lado
y oye el ronquido que emite
el tú y el yo,
acurrucado cómodamente
en el silencio que se hizo colchón,
envuelto de la manta que le procura
un calor constante y seguro.
La respiración se nos hizo lenta
Y nos alineamos como soldaditos
En la cama cada uno de su ladito
Y dormimos, dormimos juntos,
Pero solitos.
A años luz
Me enamoré de una estrella,
Como se lee seguido en los cuentos,
Me enamoré de la más bella entre ellas.
Grande e inmensamente luminosa,
Con un talento inigualable para sacarme una sonrisa,
En los momentos llenos de tristeza.
No llegó como una de esas fugaces,
Tranquilamente me cautelo con su luz
Y todas las noches la busco
En ese cielo que es caprichoso
Como la vida misma, como tú.
A pesar que nos separan años de conquista espacial
Yo la contemplo, la admiro tranquila
Y desde lejitos le envío mi amor.
Horas
Horas
Me diste horas contadas,
un pequeño fragmento de tu tiempo
Una milésima de tu atención
Y me rendí a tu encanto
Soñé con tus caricias,
No, miento, sueño aun con ellas
Rebajando el pliegue de mi vergüenza
A lo más bajo, apagando mi conciencia.
Nada me dejas tras esto,
En realidad nunca nada me diste,
Solo palabras confusas que avivaron incendios bajo mi piel
Y jugaron con sus matices.
Hoy un tic-tac en mi cabeza
Cuenta los metros cuadrados de tu ausencia.
Y deja pasar las horas otoñales
En ventarrones de tristeza.
Me violenta tu cara de niño bueno,
Tu simpatía se hace tu peor defecto
Y me vuelvo volátil al contacto de tu cuerpo
No somos nada, nunca nada seremos,
Sólo horas pasadas, sólo miradas
Que se cruzaron en un mal momento.
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